Agricultura vertical, ¿qué és y cómo puede ayudar al planeta?
La agricultura vertical es una forma de producir alimentos en el interior, en capas o torres, utilizando iluminación artificial y sistemas de control de las condiciones ambientales. Esta técnica permite cultivar más alimentos en menos espacio, con menos recursos y sin depender del clima. La agricultura vertical tiene un impacto positivo para el medio ambiente, ya que contribuye a la conservación de los recursos naturales, la mitigación del cambio climático y la mejora de la biodiversidad. ¿Aún no la conoces? ¡Te explicamos los datos clave!
¿Cómo se aplica la agricultura vertical?
Para aplicar la agricultura vertical se necesita un espacio cerrado, como un almacén, un contenedor o un edificio, donde se instalan las estructuras donde se colocan las plantas. Estas pueden ser bandejas, tubos, macetas o sistemas hidropónicos o aeropónicos, que no requieren suelo, sino soluciones nutritivas.
Las plantas reciben luz artificial, generalmente LED, que se adapta a sus necesidades de fotoperiodo e intensidad. También se controlan otros factores como la temperatura, la humedad, el CO2, el agua y los nutrientes, mediante sensores, software y automatización. Así se crea un ambiente óptimo para el crecimiento de las plantas, que se pueden cosechar durante todo el año.
¿Qué se puede cultivar con la agricultura vertical?
La agricultura vertical es más adecuada para plantas que tienen un ciclo de vida corto, un tamaño pequeño y un alto valor comercial. Algunos ejemplos de cultivos que se pueden producir en la agricultura vertical son:
- Hortalizas de hoja: como lechuga, espinaca, rúcula, kale, etc.
- Hierbas aromáticas: tales como el orégano, la albahaca, el cilantro, la menta, o el perejil.
- Frutos pequeños: especialmente fresas, tomates cherry, arándanos, frambuesas, etc.
- Flores comestibles: caléndula, capuchina, o lavanda, entre otras.
Estos cultivos se pueden cultivar en diferentes medios, como sustratos, hidroponía o aeroponía, dependiendo de las características y necesidades de cada planta.
¿Quiénes pueden usarla?
La agricultura vertical tiene diversos usos y aplicaciones, tanto para productores como para consumidores. A día de hoy son diversos los actores que la utilizan pero generalmente, esta se encuentra en manos de:
- Agricultores urbanos: son aquellos, profesionales o no, que aprovechan los espacios disponibles en las ciudades, como edificios, contenedores o túneles, para cultivar alimentos de forma local y sostenible. Estos agricultores pueden vender sus productos directamente a los consumidores o a través de canales cortos de distribución, como mercados, tiendas o restaurantes. Como hemos explicitado, también existen personas que no son profesionales de la agricultura que cultivan para el autoabastecimiento.
- Empresas agroalimentarias: son aquellas que se dedican a la producción, procesamiento o comercialización de alimentos. Estas empresas pueden utilizar la agricultura vertical para mejorar la calidad, la seguridad y la trazabilidad de sus productos, así como para reducir los costes de transporte y almacenamiento.
- Instituciones educativas: a día de hoy, son múltiples los organismos imparten enseñanza o investigación en el ámbito de la agricultura, la biología, la tecnología o la sostenibilidad, los que usan la agricultura vertical como una herramienta pedagógica o científica, para fomentar el aprendizaje, la innovación y la concienciación ambiental entre los estudiantes y el público en general.
- Organizaciones humanitarias: gracias a su bajo impacto medioambiental, algunas organizaciones que prestan ayuda o asistencia a poblaciones vulnerables o afectadas por crisis o desastres, pueden utilizar la agricultura vertical para proveer de alimentos frescos, nutritivos y seguros a las personas que los necesitan, especialmente en zonas con escasez de recursos o condiciones climáticas adversas.
¿Qué beneficios para el planeta tiene la agricultura vertical?
La agricultura vertical tiene múltiples ventajas para el planeta. Al tratarse de una forma de producir alimentos mediante la recirculación, la agricultura vertical permite ahorrar considerables cantidades de agua, ya que se recicla y se filtra el líquido que se utiliza para regar las plantas, reduciendo el consumo hasta un 90%. También es una alternativa que permite reducir costos vinculados al gasto de energía, al usar iluminación LED de bajo consumo y energías renovables como la solar o la eólica, y al disminuir, a su vez, el transporte y las emisiones de CO2 por estar cerca de los consumidores finales.
Además, la agricultura vertical, tal como su nombre indica, utiliza la verticalidad del cultivo para ahorrar espacio, produciendo más alimentos en menos superficie. La principal consecuencia de esto es que permite liberar terreno para otros fines o para la preservación de la naturaleza. Se estima que una hectárea de agricultura vertical equivale a 50 hectáreas de agricultura convencional. ¡Nada mal! En relación con los cultivos, la agricultura vertical se presenta como una estrategia para disminuir el gasto en recursos, pues no usa pesticidas ni herbicidas que contaminen el suelo y el agua, al mejorar la calidad y la seguridad de los alimentos. Por último, la agricultura vertical es, también, una vía para la creación de empleo, no sólo al generar trabajo local en la producción y la distribución de los alimentos, sino también al impulsar la innovación y los avances en el conocimiento y la tecnología del sector agrícola.
¿Es oro todo lo que reluce? Riesgos y desafíos
La agricultura vertical, sin embargo, no está exenta de retos y limitaciones, que deben ser superados para que sea una alternativa viable y sostenible a la agricultura convencional. Algunos de estos desafíos son:
- El gasto inicial y de mantenimiento: cómo es lógico, la inversión inicial para construir e instalarla, así como el mantenimiento y la operación de los sistemas de control y automatización. También hay que tener en cuenta el costo del alquiler o la compra del espacio, y el pago de los impuestos y las licencias, así como permisos, recursos para el cultivo, electricidad, riego, climatización y automatización.
- La dependencia energética: la agricultura vertical depende de la electricidad para funcionar, lo que la hace vulnerable a los cortes de suministro o a los aumentos de precio. Además, si la electricidad proviene de combustibles fósiles, se pierde parte del beneficio ambiental.
- La diversidad de cultivos: posiblemente esta sea una de las grandes limitaciones para desbancar a la agricultura convencional, pues, tal como hemos detallado anteriormente, esta alternativa está limitada a ciertos tipos de plantas. No se pueden cultivar aquellas que requieren polinización, como las flores, o que tienen un gran tamaño o peso, como los árboles frutales o los cereales, por lo que la capacidad de abastecimiento nutricional es, claramente, reducida.
- La aceptación social: finalmente, la agricultura vertical puede enfrentarse a la resistencia o el rechazo de algunos consumidores, que prefieren los alimentos producidos de forma tradicional o ecológica, bajo el sol y sin procesos forzosamente vinculados a la energía eléctrica, quienes pueden llegar a desconfíar de la calidad y el sabor de los alimentos cultivados en el interior.
¿Qué futuro le espera a la agricultura vertical?
A pesar de las limitaciones actuales que presenta, la agricultura vertical es una tendencia al alza, que cada vez cuenta con más proyectos e iniciativas en todo el mundo. Se espera que este mercado crezca a una tasa anual del 24,8% entre 2024 y 2026. La causa principal de esta tendencia es que la agricultura vertical tiene un gran potencial para contribuir a la seguridad alimentaria, al desarrollo sostenible y a la mitigación del cambio climático, así como a democratizar el acceso a productos en zonas de difícil abastecimiento. Sin duda, la agricultura vertical no es la solución definitiva a los problemas del sector agrícola, pero sí una opción más que puede aportar beneficios para el planeta y para las personas que deciden adoptar esta alternativa como medida complementaria.