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Qué es la xerojardinería

La xerojardinería es una forma de agricultura que se basa en el uso de plantas xerofíticas, es decir, plantas que se adaptan a condiciones de sequía y que necesitan poca agua para vivir. La xerojardinería es una alternativa sostenible y ecológica para zonas áridas o semiáridas, donde el agua es un recurso escaso y valioso.

¿Qué es la xerojardinería?

La xerojardinería es una palabra que proviene del griego xeros, que significa seco, y cultivo, que significa acción de cultivar. Se refiere a una forma de agricultura que se practica en zonas con clima seco, donde las precipitaciones son bajas o irregulares y la evaporación es alta. El xerojardinería requiere de un conocimiento profundo de las características de las plantas xerofíticas, como su morfología, su fisiología y su ecología. También requiere de unas técnicas de cultivo y de manejo integrado que ahorren agua y que protejan el suelo.

El xerojardinería tiene varios beneficios, como:

  • Fomenta el respeto y la conservación de la naturaleza y de los recursos hídricos
  • Estimula el desarrollo de la economía local y de la seguridad alimentaria
  • Mejora la calidad y la diversidad de los productos agrícolas
  • Reduce los costes y los riesgos de la producción agrícola

¿Qué tipos de plantas se usan en el xerojardinería?

Los tipos de plantas que se usan en el xerojardinería son plantas xerofíticas, es decir, plantas que se caracterizan por tener adaptaciones morfológicas y fisiológicas para sobrevivir en condiciones de escasez de agua. Algunas de las adaptaciones más comunes son:

  • Reducción de la superficie foliar: las hojas son pequeñas, escasas, espinosas o transformadas en filamentos o escamas, para reducir la transpiración y la pérdida de agua.
  • Aumento de la superficie radicular: las raíces son profundas, ramificadas o tuberosas, para captar el agua del suelo y almacenarla en forma de almidón o azúcares.
  • Presencia de cutícula y estomas: la cutícula es una capa cerosa que recubre la epidermis de las hojas y los tallos, y los estomas son unos poros que regulan el intercambio de gases y de agua. Ambos mecanismos sirven para evitar la desecación y el sobrecalentamiento de la planta.
  • Acumulación de sustancias osmóticas: las plantas xerofíticas acumulan sustancias como sales, aminoácidos o alcoholes, que les permiten mantener el equilibrio hídrico y la presión osmótica en sus células.
  • Síntesis de metabolitos secundarios: las plantas xerofíticas producen metabolitos secundarios como alcaloides, terpenos o flavonoides, que les confieren propiedades protectoras, como repelentes de herbívoros, antioxidantes o antibióticos.

Los ejemplos de plantas xerofíticas son muy variados, y dependen de la región geográfica, el clima y el suelo donde se desarrollan. Algunos ejemplos son:

  • Cactus: son plantas suculentas que almacenan agua en sus tallos carnosos y espinosos. Son típicos de las zonas desérticas de América, como el desierto de Atacama o el de Sonora.
  • Eucalipto: es un árbol de hoja perenne que tiene una corteza gruesa y aromática, y unas hojas lanceoladas y colgantes. Es originario de Australia, pero se ha introducido en otras zonas secas del mundo, como el Mediterráneo o el sur de África.
  • Lavanda: es una planta aromática que tiene unas flores moradas y unas hojas estrechas y grisáceas. Es propia de las zonas secas y calcáreas de Europa, como la Provenza o la Toscana.
  • Esparto: es una planta herbácea que tiene unas hojas largas, duras y fibrosas, que se usan para hacer cestas, alfombras o cuerdas. Es típica de las zonas áridas de la península ibérica y el norte de África.

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