Desperdicio alimentario: cómo reducirlo
El desperdicio de alimentos es un problema grave que afecta tanto al medio ambiente como a la seguridad alimentaria. Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), se pierden o desperdician cerca del 14 % del total de alimentos producidos en todo el mundo, lo que equivale a 1.300 millones de toneladas al año. Además, el desperdicio de alimentos genera entre el 8 % y el 10 % de las emisiones globales de gases de efecto invernadero y consume recursos naturales como agua, tierra y energía que podrían usarse para otros fines.
Reducir el desperdicio de alimentos es una responsabilidad compartida entre todos los actores de la cadena alimentaria, desde los productores hasta los consumidores. En este artículo te ofrecemos algunos consejos prácticos para evitar el desperdicio de alimentos en las granjas y en casa, y así contribuir a un mundo más sostenible y justo.
Desperdicio alimentario: evitarlo en las granjas
Las granjas son el primer eslabón de la cadena alimentaria y donde se produce una parte importante de la pérdida de alimentos. La pérdida de alimentos se refiere a la disminución de la cantidad o calidad de los alimentos que se producen antes de llegar al nivel minorista o al consumidor final. Algunas de las causas de la pérdida de alimentos en las granjas son:
- Las condiciones climáticas adversas que afectan a los cultivos o al ganado.
- Las plagas y enfermedades que dañan o matan a las plantas o animales.
- La falta de infraestructura adecuada para almacenar, transportar o procesar los alimentos.
- Los estándares estéticos o de calidad que excluyen a los alimentos que no cumplen con ciertos requisitos de forma, tamaño o color.
- La sobreproducción o la falta de demanda que hacen que los alimentos se queden sin vender o se vendan a precios muy bajos.
Para reducir la pérdida de alimentos en las granjas, se pueden adoptar algunas medidas como:
- Utilizar técnicas agrícolas sostenibles que mejoren la resistencia y productividad de los cultivos y el ganado, como la rotación, la diversificación, la agroecología o la agricultura de precisión.
- Implementar sistemas de riego eficientes que optimicen el uso del agua y eviten el estrés hídrico o el encharcamiento.
- Aplicar medidas preventivas y ecológicas para controlar las plagas y enfermedades, como el uso de variedades resistentes, el manejo integrado de plagas o el fomento de los enemigos naturales.
- Mejorar la infraestructura y la logística para conservar, transportar y procesar los alimentos, como el uso de cámaras frigoríficas, embalajes adecuados o tecnologías digitales.
- Promover el consumo y la comercialización de los alimentos que no cumplen con los estándares estéticos o de calidad pero que son aptos para el consumo humano, animal o industrial, como las frutas y verduras feas, los subproductos o los residuos orgánicos.
- Ajustar la producción a la demanda real y diversificar los canales de venta, como las cooperativas, los mercados locales o las plataformas en línea.
Desperdicio alimentario: evitarlo en casa
Los hogares son el último eslabón de la cadena alimentaria y donde se produce una parte importante del desperdicio de alimentos. El desperdicio de alimentos se refiere a la eliminación de los alimentos que son comestibles pero que no se consumen por diversas razones. Algunas de las causas del desperdicio de alimentos en los hogares son:
- La compra excesiva o impulsiva de alimentos que no se necesitan o que se caducan antes de consumirse.
- El almacenamiento inadecuado o incorrecto de los alimentos que hace que se deterioren o pierdan sus propiedades.
- La preparación ineficiente o desproporcionada de los alimentos que genera sobras o restos que se tiran a la basura.
- La falta de planificación o de creatividad para aprovechar los alimentos que se tienen en casa o que están a punto de caducar.
- La falta de conciencia o de valoración de los alimentos y de lo que implican en términos de recursos, trabajo y medio ambiente.
Para reducir el desperdicio de alimentos en los hogares, se pueden adoptar algunas medidas como:
- Planificar un menú semanal y hacer una lista de la compra con los alimentos que se necesitan, teniendo en cuenta las fechas de caducidad, las ofertas y las preferencias personales.
- Comprar a granel o en envases pequeños los alimentos que se consumen con poca frecuencia o que se estropean rápidamente, como las especias, las hierbas aromáticas o los lácteos.
- Almacenar los alimentos correctamente según sus características y necesidades, siguiendo las indicaciones de los envases, separando los alimentos crudos de los cocinados y respetando la cadena de frío.
- Preparar los alimentos de forma eficiente y proporcional, utilizando las cantidades adecuadas, aprovechando las partes comestibles que se suelen desechar, como las cáscaras, los tallos o las hojas, y variando las técnicas culinarias, como el horneado, el salteado o el vapor.
- Aprovechar los alimentos que sobran o que están a punto de caducar, utilizando recetas creativas, como las croquetas, las tortillas, las ensaladas o los batidos, o conservándolos para otro momento, como congelándolos, envasándolos al vacío o haciendo conservas.
- Compostar los residuos orgánicos que no se puedan aprovechar, como los huesos, las cáscaras de huevo o el café molido, para devolver los nutrientes al suelo y reducir la cantidad de basura.
Reducir el desperdicio de alimentos es un gesto sencillo pero muy beneficioso para el planeta y para las personas. Con un poco de planificación, organización y creatividad podemos ahorrar dinero, recursos y emisiones, y contribuir a un sistema alimentario más sostenible y justo. ¿Te animas a poner en práctica estos consejos?